martes, 18 de noviembre de 2008

voilà... mon appartement
Soy consciente de que desvelar mi intimidad por Internet es un error garrafal. Pero usando Facebook, a través del cual hemos pasado a compartir con el mundo nuestras tendencias políticas, religiosas y más de una foto subida de tono, ¿que más dará ahora si cuelgo fotos de mi casa?

Vivo en este edificio, situado en la calle Kegelgasse nº 34 – 38 de Viena. De todos modos, quien quiera visitarme sólo con preguntar por la Hundertwasserhaus, le indicarán rápidamente el camino. Mi apartamento es el del recuadro azul cielo del tercer piso y tiene poco más de 20 años. Su creador, Friedensreich Hundertwasser (algo así como Rico en Libertad Cienaguas) huía de las denominadas líneas rectas. Vamos, como Gaudí. Es más, Hundertwasser no consideraba arte a las formas escolásticas de la arquitectura.

El edificio
busca conciliar el ser humano con la naturaleza. No en vano, los vecinos disponemos de una azotea repleta de vegetación y árboles centenarios que atraviesan nuestras pisos. Lo malo es que las cámaras de los turistas disparan a diario mientras ellos husmean en el portal cada vez que entramos o salimos.

Y no. No estoy desvariando ni he comido setas alucinógenas. Que tampoco estoy desvelando una obra desconocida, lo sé. Pero soñar aún es gratis y publicarlo en un blog, también. Y con las decepciones que nos están dando las páginas naranjas de los periódicos últimamente, el soñar seguirá siendo uno de mis pocos privilegios.

Por cierto, aunque parezca mentira, “mis vecinos” no son acaudalados profesionales liberales. Hundertwasser quiso que fueran pisos sociales y así los han mantenido. Aunque me aventuro a decir que las listas de espera son más largas que las del Pocero de Fuenlabrada.

jueves, 6 de noviembre de 2008

contra la cultura de masas
El documental Czech Dream daba fe en 2004 del poder de la publicidad y del revuelo que se armó en la República Checa cuando dos estudiantes de publicidad decidieron lanzar una agresiva campaña comercial como trabajo de fin de carrera. En ella anunciaban unos hipermercados inexistentes. Miles de ciudadanos acudieron al descampado donde supuestamente se inauguraba el gran paraíso para comprobar, estupefactos, que tras la gran lona publicitaria no había nada. El documental obtuvo varios premios internacionales y se convirtió en una obra de culto para aquéllos que quieran adentrarse en el
culture jamming.

El
culture jamming surgía en los años 80 en forma de acciones de guerrilla para protestar contra la comercialización de todos los aspectos de la sociedad. Sus creadores lo han definido como un modo de huir de la hegemonía de la cultura de masas. Lejos de morir, el movimiento ha ganado adeptos y sus tendencias se han ramificado. Tal vez, los más conocidos son los Adbusters, una red contrapublicitaria canadiense.

Shopdropping en un supermercado de Hamburgo

Las vertientes son infinitas aunque personalmente me asombran los artífices del Shopdropping, que introducen sus creaciones artísticas entre los productos del supermercado; y los alemanes LB/a.f.r.i.k.a. Gruppe, cuyos seguidores publican noticias falsas y leyendas urbanas inventadas en los medios de comunicación donde trabajan. Se les conoce por la firma Luther Blisset.

Cartel contrapublicitario de Consume hasta morir

Y ya en España están los Yomango
y su particular estilo de consumo, los Makea, que sugieren redecorar nuestras vidas haciendo mayor uso del reciclaje, o la red anticonsumista Consume hasta morir. Y me quedo corta nombrando artistas.

Artistas relacionados:
- Church of the Subgenius
- The Yes Men
- Ressistance à l’agression publicitaire (
RAP)