viernes, 18 de julio de 2008




el arte sobre el asfalto

Tanto para sus fans como para los no tan seguidores, son conocidas las peripecias musicales de Joaquín Sabina en el metro de Madrid antes de alcanzar el estrellato. Su voz nunca llegará al Top 5 de los barítonos, pero sus letras ya han logrado que en más de una universidad se organicen cursos para analizar al Sabina poeta.


Cientos de artistas callejeros sueñan con un destino parecido. Aquí, en Barcelona, los hay en los puntos musicales del metro (tras haber superado un cásting a modo triunfito), otros venden su obra en las Ramblas ante miles de transeúntes rubitos armados con compactas digitales. La mayoría coinciden en una falta, ya sea de talento, de estilo, de suerte o de padrino para llegar al estudio, a la galería o al teatro de los que son vecinos. Y los hay también, que indiferentes ante las responsabilidades y papeles del arte, únicamente persiguen las monedas de los rubitos.

¿Quiénes de ellos son realmente artistas? Tal vez todos... ¿Bajo qué criterio - si es que existe uno verdaderamente universal - podemos considerarlos como tales? ¿Es su valor el de las cuatro monedas que caen a diario en sus cestos?

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